“Es curioso cómo te sientes cuando estás abatida.
Por una parte, deseas que ese tiempo desaparezca, por otra, necesitas más
tiempo para regodearte en tu tristeza, para quedarte entre las sábanas, para
poder escapar aun sin ganas de hacerlo. No quieres comer, porque no tienes
hambre, sin embargo, no haces otra cosa que engullir. Y llorar. Que no se te
olvide: llorar, aunque nadie te vea hacerlo, lo haces constantemente, aunque no
derrames ni una lágrima. Y luego está el factor repugnancia. Todo te da asco. Porque
si no te hubieses metido en este mundillo, seguirías tan ignorante de los
entresijos que existen entre bambalinas”.
—¿Es un nuevo boceto para una historia?
—Podría serlo, sí. Una historia de humor.
—¿Humor?
—¿Acaso no produce hilaridad el sinsentido?